jueves, 12 de febrero de 2009

Los Acotos del Poeta (Segunda Parte)




Elizabeth sigue acostada en su cama. Ve un punto que no tiene fin; la enfermedad de su hermana la consume por dentro. Una impotencia agotadora, triste e imponente. La depresión que la carcome, que la acaba, que la desgasta. Habla con ella todos los días. Y es lo mismo. Los hijos ausentes, los abuelos guardianes. Pero no hay entendimiento, por que ya nada es igual, y todos están muriendo.


Elizabeth solloza y sus lágrimas, dulces como su voz, amargas como su alma, cubren sus mejillas. ¿qué puede hacer? Le duele todo. Si estuviera a su lado la cuidaría día y noche. Pero no puede, esta lejos y muy cansada. ¿Por qué no va con su hermana? Ya no aguanta más y Elizabeth calma su llanto. Pero dejara esos pensamientos por que Rene padre llegara y no quiere que la vea así. Esta bien. Solo buenas oraciones. Se quiere mucho. Se levanta y cierra la cortina de su ventana, antes de que la noche centinela la continué espiando. Pero se ven mutuamente, junto con el suelo mojado
-Esa noche también llovió...Dios solo sabe lo que hizo.

Karla y Rene pasean por Coyoacán. Sus manos van entrelazadas. Risueña como siempre, bromea con su hermano. Y así, en la noche esta todo lo que le aman. Ya que las estrellas, los edificios, la gente, los perros, los vendedores de elotes y esquites, los hippies, el café humeante, los algodones de azúcar, las pulseras de madera, las suelas de los tenis...los carros lujosos, el disco de moda, ropa confortable, el ultimo poema, las flores que cuelgan del brazo de la anciana, el cielo nublado, las veladoras en busca de esperanza, la canción que suena de fondo, el idilio de un amor, el anillo de compromiso de la joven pareja que camina atrás de ellos, la cicatriz en la cabeza de Rene, la operación de anginas de Karla...y el piso de piedra que los ha visto innumerables veces, así como los ha atendido el joven provinciano del “Café Jarocho”, y van al mercado y se arremolinan junto a las quesadillas y disfrutan; disfrutan todo, por que son afortunados, dichosos, del placer de vivir. Y sienten lastima por todos aquellos que no viven lo mismo. Pero esos infortunados también se aferran a su existencia. Sí, por que por más hambre que tengan, más frió del que protegerse, más dinero que conseguir, más obstáculos que afrontar, viven con la misma intensidad. El mundo de los desdichados(los que no van de compras, los que no tienen tres comidas al día, los que solo tienen para sus pasajes, que viven amontonados en un mismo cuarto, que soportan los desaires...) y el mundo de los afortunados(los que visten mejor, los que sonríen, los que comen mejor, los que leen, los que toman un café caliente en las mañanas, que viven en familia...) es el mismo mundo donde batallan con sus actos, sus demonios y las alegrías. Todos tiene derecho a la misma existencia. A la vida. Aquí esta lo que todos aman. El frenesí de las calles, el golpeteo de los zapatos, las sonrisas y las muecas. Aquí esta la vida.
-¡Te pasas!¿Qué nunca te para la boca?¿De donde sacas tanta tontería?.


Rene la ve iluminada e inmaculada, con el reflejo del café humeante en sus lentes.
-De ti¡¡¡.


Se carcajea y se detiene.
-Baboso(se ríe, incluso de forma mortal)Y como esta Claudia?¿Ira contigo a bailar?.
-Ella esta bien. Mejor que bien. Ya no se va a casar.


Karla se sorprende. Claudia, la que también desafío a todo mundo, no se casara. Sigue sorprendiendo.
-¡¿cómo crees?!.
-Sí...prefiere el dinero al amor, se ira a Madrid. Será estupendo.
-Mmm.
-Mmm.


Se sientan en una jardinera mientras se toman su café. No platican por algunos minutos. Entre los dos(cada uno por su parte) observan a los puestos, a los hippies, a los bebes dormidos en los brazos creadores...
-...y bien ¿qué vas a hacer hermana?.
-No lo se. Esta relación me esta cansando. Alguien a quien quiero mucho regreso...estoy en disposición de hablar con el. No me importa que pase con Mariano, lo quiero, pero no es suficiente.
-¿Iván?¿Iván regreso?
-Sí, el mismo y la verdad creo que tomare una decisión, tu sabes lo que siempre sentí por el. Pienso en el cuando estoy con Mariano. Cada vez que me abraza. Cada vez que me besa. Cada vez que me toma de la mano y nos abrazamos y siento su débil corazón, solo pienso en Iván. Solo que no se sí el piense lo mismo de mí...

domingo, 8 de febrero de 2009

La Frase de la Semana

Lo que somos ahora es el resultado de las
condiciones de nuestro pasado.

Lo que seremos en el futuro estará determinado
por las condiciones del presente

Los Actos del Poeta (Primera Parte)


Dedicado: a todas las mujeres de mi vida.


“...y nosotros olvidamos el pasado,
pero el pasado no nos ha olvidado a nosotros”.
Paul Thomas Anderson.


“Una plegaria para los salvajes de corazón,
que están enjaulados”.
Tennessee Williams



Por: Guillermo Moreno



La luz esta apagada. Y el único sonido existente en ese espacio es el silencio. Hace frió, mucho frío. El dolor es insoportable. Un rayo de luz entra por la ventana y la noche, danzante como siempre, vuela por las calles, mientras el pavimento húmedo refleja las luces que caen agonizantes, dejando su ultimo halo de vida en el cemento.

Karla esta en su cuarto. Lleva horas escribiendo en su computadora, tratando de darle coherencia a su ensayo sobre García Lorca. Si el no estuviera perdido como siempre, le ayudaría. Pero el se aparece cuando quiere. Deja de teclear, y posa sus ojos negros, redondos, calmados sobre la pantalla. Lee una y otra vez. Ella quería eso, no más. Sencillez, redondez, humanidad. Se quita los lentes y los pone sobre la cama que esta junto a ella. Se descalza y reposa los pies sobre sus huaraches.
“El amor no es dolor, porque el amor es quitar el dolor”. Lo dice en voz alta, con demasiada seriedad. Como si el maestro estuviera presente; recoge su cabellera y la acomoda con una pinza. Su belleza particular es lo que tanto atrae a los demás. Su hermano la protege. Sigue haciéndolo, aún después de todo. Platican muy seguido y se pelean constantemente. Él ya no vive aquí. Lo extraña. Fue el único que la apoyo cuando sus padres le dieron la espalda.


Solo le dijo que tuviera mucho cuidado. Pero que si ese hijo de puta le hacia algo que (a el) no le gustara, sufriría las consecuencias. Y el nunca estuvo de acuerdo. Nunca. Pero jamás se lo menciono. El la escuchaba llorar en las noches, esas noches dolorosas como hoy, tan distantes, pero tan cercanas. Tan palpables como el latido de un corazón lastimado. Tan cierto como el amor. Y escuchaba como susurraba su nombre en voz alta, muy alta.

Rene esta sentado en la sala. O mejor dicho, en el piso, sobre esa alfombra, que varias veces le sirve de cobija, no solo a el. Sino a todas las animas que lo acompañan. A todas esas culpas que lo persiguen. A todo lo que no hizo. Su mirada se dirige hacia la ventana. Extraña a su hermana. Cuando la recuerda, le duele todo su cuerpo. El espacio que lo rodea, la sangre que lo cubre, el aire que entra en el, las lagrimas que fluyen de el. Todo duele. Y más el corazón.
Y el se pierde por la oscuridad. Solo el ve la noche, las luces de las calles, los ruidos tenebrosos, las estrellas. Ya son más de las diez. Ya es hora. Ya es hora de que los hijos regresen a casa después de un día de escuela. Ya es hora de que los maridos regresen a besar a sus mujeres, que en el día están solas en espera de algo mejor. Ya es hora de que la madre se acomode en su lugar y estática, llena de toda vida(creadora) solo piense en sus pendientes del día siguiente.


Si, ya es hora de pedir perdón. Dejar de arrastrar los pecados, mientras las heridas se abren de nuevo cuando cortamos las punzantes cadenas, que nos aprietan las muñecas llenas de sangre. Y el sufrimiento, el interminable sufrimiento, sigue presente. Como el sufrimiento de ya no estar más con ella. Ahora tiene más tiempo de leer, ir al centro, ver películas. Ser libre, disponer de una nueva condición. Extraña a su madre. También a su padre. Su madre, siempre con la sonrisa picara en los labios y una condición que recuerda que no todo es tristeza en la vida. Pero que después de todo(lo que paso) hay que tener fe en Dios, en la vida, en el infinito amor. Y si, lo extraña. Sigue llorando en las noches cuando lo recuerda.


Y el padre, el sabio, el inamovible, el estoico, el sereno. No puede evitarlo. Y lo recuerda. Y la ultima expresión que vio en su hijo fue la de un niño. Como ese día que fueron al zoológico en donde Rene perdió su pequeño carro de plástico y lloro todo el día. El padre al ver su rostro de absoluta tristeza, lo abraza y lo besa. Lo acomoda en su regazo, mientras sus lagrimas caen al suelo seco y forman parte de todo lo que les rodea. Plantas, flores, animales, mierda. Y esas lagrimas se evaporan formando parte del cielo que los observa. Y cuando ya no puedan más, esas lagrimas, caerán en forma de lluvia que los mojara como cuando fueron lagrimas y mojaban el regazo del padre.
Es noche, noche dolorosa. Noche perpetúa. Tiene ganas de llorar. Pero el ya no puede más. Ya tomo su ultima decisión, se ira. No más visitas a Karla, los padres y amigos. Por fin se ira. No se humanizara de nuevo. No. No sufrirá más. Todo tiene un precio.............